En mi casa hay un sillón grande.
En ese sillón se sientan todas las parejas que vienen a reunirse conmigo cuando están planificando su boda. Muchas de las parejas que se sientan en ese sillón ponen cara de susto cuando surge la palabra preboda. La idea de posar frente a una cámara asusta un poco, es cierto. Tal vez, si pensás en eso, en tu cabeza aparezcan situaciones rígidas, poco creíbles y sobre todo, incómodas.
Te cuento qué pasa el día del casamiento.
Se elige y contrata a un fotógrafo o fotógrafa para guardar los recuerdos de ese día. Esa persona estará contigo, tu pareja, tu familia y tus amigos, durante unas 12 horas tomando fotos de todo lo que suceda. Habrá momentos relajados y de celebración donde no percibirán que hay una cámara, pero también habrá momentos emotivos y momentos muy íntimos que también son parte del casamiento y no pueden dejar de fotografiarse.
Lo cierto es que la mayoría de las personas no está acostumbrada a esta situación de “ser observada” y más aun porque es un día totalmente excepcional. Es así que la instancia de la preboda se vuelve tan importante tanto para la pareja como para mí. A mi me ayuda saber de ustedes y ver cómo interactúan. Conocer sus gestos (tu mejor perfil, también). Además necesito su confianza, para poder lograr los resultados que busco y que asumo también buscarán ustedes al elegirme como su fotógrafa.
Para explicar esto mejor que yo, le pedí a algunas parejas que contaran brevemente su experiencia con la sesión preboda.
Noli y Gus
“Hacer las fotos con Pato fue la mejor decisión! Para nosotros el registro de ese momento tan especial era muy importante y contar con su talento fue hermoso. En la marcha descubrimos (y para nada menos importante) que más allá de lo profesional, Pato fue genia en lo personal, haciéndonos sentir cercanos y gracias a eso, súper cómodos! La preboda fue clave en ese sentido! ese rato descontracturado e íntimo, comenzó a generar la confianza necesaria para sentirnos relajados durante el gran día.”
Karen & Marcos

“Ser fotografiado es abrirte a que otro te vea. Como soy una persona bastante introvertida, ese proceso me generó, antes de comenzar, una mezcla de incomodidad y hasta un poco de ansiedad. Cuando Patricia nos propuso hacer unas fotos, antes de la boda, nos encantó la idea. La Preboda fue una instancia descontracturada que nos permitió conocernos y conectarnos con nuestra fotógrafa. Gracias a la Preboda vivimos con mayor naturalidad el proceso de ser observados y fotografiados. Patricia, además, es un ser maravilloso, que comprende perfectamente lo que es fotografiar a otro, entrar en su intimidad. Lo hace con un arte increíble. Es una persona muy sensible, ubicada, profunda, con una mirada hermosa de las cosas. Ella, sin duda, fue un factor muy importante a la hora de poder relajarnos y disfrutar del momento.”
Jess & Juan

“Para nosotros la preboda fue la oportunidad de conocer personalmente cómo trabajaba Patricia, generar un vínculo de confianza y confirmar que era la persona correcta para acompañarnos el día de nuestra boda. Al principio estábamos nerviosos, no sabíamos qué hacer ni cómo, pero ella nos fue guiando y todo comenzó a fluir hasta que nos relajamos frente a la cámara. Esa experiencia nos preparó para el día de la boda. Nos despreocupamos de las fotos –ya sabíamos que todo iba a estar bien– y disfrutamos a pleno el momento. Por otro lado la preboda tiene el valor agregado de capturar momentos únicos de la relación de pareja, en un ambiente relajado y fuera de los nervios previos al día de la boda.”